Tantas cosas que te quiero decir, pero me tengo que callar. Tantas cosas que quiero compartir, pero tengo que olvidar. Como detesto tener que seguir estas malditas reglas. Estoy harto de vivir en un mundo donde querer no está permitido. Donde amar es un pecado, y el juego lo gana quien menos ha sentido. ¿Cómo terminamos en esta encrucijada? Dioses, como quiero cometer este delito. Pero al mismo tiempo, tampoco quisiera que salieras huyendo aterrorizado, cual gacela que salta lejos de las garras del guepardo. Por una vez quisiera dejar de ser el gato, y ser el ratón. Convertirme en tu más grande obsesión. Que me des caza, que me devores por completo. Pero no, estamos en este desastre. Sin poder tomar el riesgo, incluso sabiendo todo lo que podría ganarse. Y me pregunto, ¿cómo lo digo? o ¿cómo te explico? Me siento exagerado, pero al menos creo que no he caído enamorado. Pero si, si amo la idea de tí. Lo que representas para mí. Las posibilidades, ese potencial sin explorar. Todo lo que encontré, sin siquiera haberme atrevido a buscar. Preguntandome si sin querer te invoqué, que encontré lo que Barilari cantó aquella vez, “el hechizo ideal, que junte los sueños con la realidad”. Pero no, por las noches no siento tu calor, y aunque escapaste de mis sueños, volviste a ellos, y ya no te tengo. La cama está fría como la tumba de mis sentimientos sin sentido. De mi amor por este cajón vacío en el que sigo acumulando escritos de amor, y alguna que otra canción. Si, Katy Perry tenía razón “En otra vida, yo sería tu chica”. Pero no, no lo soy. Y es probable que nunca lo sea. ¿Por qué será que, aún así, me regocijo en esta condena? Si, tal vez nos quedó pendiente una noche desesperada y violenta, sin nada más que el cuerpo del otro y las sábanas para cubrirnos de la vergüenza. Besarnos la noche entera. Definitivamente sí, me enamoré de esta vaga idea de tí, y me quedé aquí. “Ahora que te fuiste, soy yo quien se desangra. Te llevaste una parte de mi, y ahora con suerte respiro” cito esa canción de From Ashes to New, siendo uno de nuestros lazos más fuertes esta música, la droga alternativa que ya se nos termina. Solo me queda decirte, ideal de amor y libertad, es que podría haberte amado como a nadie más. No habrías estado solo, nunca más. Pero el destino… el destino tiene otros planes. Y aunque duela, y debería cerrar está herida, seguiré sangrando, anestesiado. Y si esta droga también te mata, “entonces estamos a mano”.
30 de octubre de 2024
16 de octubre de 2024
Desde la hoguera
¿Y si en verdad yo soy el monstruo? Tal vez sea hora de admitirlo si, al fin y al cabo, te habrás ido antes que dicten la sentencia. ¡Bruja! Destacan los gritos de una mujer entre la turba enardecida. Sabe que su esposo no gritó lo mismo aquella noche. Pero claro, es más fácil pintar de villana a la vecina y que el infiel sea una mera víctima. ¡Bruja! Exclama el hombre que perdió en su propio juego, cuando le advertí desde el principio que no era más que una distracción. Pobre iluso, ¿qué clase de cuento se inventó? ¡Bruja! Si, ahí está mi vieja amiga, que creyó en la palabra de otros antes que la mía. Suspiro largamente, pero manteniendo mi expresión de triunfo. Si supieras la verdad, tal vez estarías aquí en primera fila, esperando tu venganza, mi ejecución. Tal vez sea justo confesarte que jugué contigo al amor. Te mostré mi corazón, pero nunca te dije que ya había un amo y señor. Que sus palabras son la ley, y su voluntad es mi religión. Debí haberte quebrado para por fin cerrar mi pacto con el diablo. Sacrificar tu corazón para adquirir el poder de un dios, matarte sin compasión. Acabar con tu vida para entonces, salvar la mía. ¡Bruja! Pero no. ¿Por qué? No debería ser tan difícil romper un corazón, quebrar un alma y ver su cuerpo agonizar. Tuve miedo de no poderte quebrar, o incluso, tenía miedo de verte sangrar. Quise protegerte. Te menti en cada esquina. Te dije todo lo que sabía que querías. Fui la perfección que nunca olvidarías. Y es esta salvaje contienda de la que ni siquiera sabías, me hiciste gritar tu nombre, dulce condena, viendo con deleite como el placer me poseía, en represalia por todas las brujas que habían caído ante la injusticia. Casi caigo en tus mentiras, y me pregunto si te habrás creído las mías. Te veo huir con la mirada perdida, ajeno a la conmoción. No es la primera vez que alguien muere, y tal vez no tienes idea que soy yo. Habría sido más fácil matarte, pero no tuve el valor. Pero lo quise, lo anhele, lo deseé más que a tus ojos, que aún no me decido de qué color son. Y al final, estoy aquí en esta hoguera, ardiendo por un crímen que no tuve el valor de cometer. Si salvar tu vida a costa de la mía valió la pena, es algo que decidiré después. Porque sí, si soy una bruja. Y no, las llamas del mismísimo infierno no podrían quemarme. Miro firme a la turba mientras mi vestido se convierte en ceniza, y tu mirada se cruza con la mía. Quisieras detener esta locura, pero ya es demasiado tarde. Río desquiciada, desapareciendo entre las sombras. La multitud suelta un suspiro. ¿Y la bruja? Se debaten si morí, o si era un espectro. Pobres ilusos, no son los primeros en tratar de matarme, y mentiría si dijera que este encuentro es más que eso. Pero los versos sonarían vacíos. Mentirnos hizo todo más sencillo. Solo espero no volver a verte. Ni en esta vida, ni en la siguiente.
8 de octubre de 2024
Horrocrux
Era fácil, demasiado fácil. Tanto, que hasta un niño se hubiera percatado de cómo debía llevarse la situación. Pero tú no. Casi que ya no era la de antes. Apenas recordaba lo que era tener fe, esperanza. Creer que, algún día, los estereotipos se romperían. Que alguien me vería a mí, y no a este desastre en que me convertí. Caí en tus ojos indefinidos, en tu risa musical, ignorando el sinfín de cosas que podían no resultar. Qué peligrosa esa química instantánea, esa sonrisa. El haberse tomado tanto tiempo para intentar. Aguantar esa intriga, ese anhelo surreal, hasta que ya no pudimos más. Las palabras ya no bastaban, el tiempo se acababa. No quedaba más que actuar, y caí en esos besos sin final que recorrieron cada parte de mí que había olvidado que existía. Cada fibra de mi ser que había permanecido dormida. Un susurro, un suspiro. Grité tu nombre como si siempre lo hubiese sabido, aferrándome a la cama en vano, porque me perdí en aquel orgasmo. Como si así el destino lo hubiese querido, planeado. Entonces, el veneno de siempre. Las palabras que ya había escuchado más de una vez, y no eran más que simples mentiras, una mera cortesía. ¿Por qué algo tan mortal es siempre suave como la miel? Y me olvidé de esta condena, de esta maldición. Que sin importar cuándo, ni por qué, podría tener a cualquiera, pero a ninguno a la vez. ¿Que acaso uno nunca se cansa de esperar, de creer, de soñar? ¿Que algún día las cosas serán al revés? ¡Pero qué estúpida fui otra vez! Es como si él fuera todos, y todos fuesen él a la vez. La misma decepción otra vez, pero de la boca de alguien que nunca fué. ¿Cuántos años pasarán para que deje de creer que todas estas historias no van a terminar igual? Un recuerdo, eso quería nada más. Algún absurdo, simple consuelo, para intentar sobrellevar esta vida de soledad. Cuanto más bajo la barra, más me logran desalentar. ¿Por qué no consigo jugar este juego y devolver con más fuerza el puñal? ¿Cuántas veces más me van a matar? No sé si es tu culpa, tal vez este corazón ya no podía soportar una herida más. La gota, de un momento a otro, echó abajo el vaso. El gato le ganó al ratón. La luz se apagó, la puerta se cerró. La droga alternativa se terminó. El infierno se desató durante el ocaso. Por un momento escaso, recuperé la fe en el ser humano. Pero no, este no es ese cuento. Es otra mentira en la que casi me encierro. Es otra vía de escape que fallé en encontrar. Tal vez deba admitirlo. Mi destino, es esta soledad. Y tal vez sea hora, de que vuelva a jugar, pues mi puntería es tan buena, que podría tirar a matar. ¡Pero qué desperdicio! Si siempre fuí mejor para amar.
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