9 de diciembre de 2020

La más bella del reino.

Entre el caos y las flamas, en la oscuridad de la noche, y mientras el viento se lleva los gritos de lo que una vez pudo ser y nunca será, es que te escribo estas líneas. Como si el león pudiera olvidar el sabor de la carne y la adrenalina de la caza, he intentado convencerme de que vivimos en un cuento de hadas. Que eras la respuesta que buscaba, a la pregunta que, en realidad, nunca me había hecho. Busqué disfrazarte de caballero de armadura brillante, cuando yo no era princesa para que alguien me salve, sino más bien la Reina Mala, Maléfica, o cualquier villana magnífica sacada de una historia inventada. Y estuve cerca, tan cerca de ofrecerte la fruta envenenada, con mentiras, veneno y engaños, jugando a ser Blancanieves, la más hermosa del reino, cuando no era más que una bruja desquiciada. Pero no hay espejo mágico para poderme contrariar, solo mi reflejo, mi hermoso reflejo, y la mentira que te estaba por mostrar. Al fin y al cabo, soy una persona real. Tal vez no sea tan malvada, pero alguna vez lo fui, y estuve a punto de hacer contigo lo que ya había hecho más de una vez. Sabiendo incluso que ni un beso de amor verdadero te podría despertar de la maldición del sueño eterno, porque claro, querido mío, no amas a nadie más que a ti mismo. Así que, ¿por qué? ¿Por qué prolongar este juego doloroso hasta que uno de los dos muriera de pena, y no de amor? Si al fin y al cabo, ninguno de los dos es ningún héroe, ni tenemos intención de serlo. Solo somos dos almas errantes en busca del calor abrasador de un momento, de un par de noches sin tanto revuelo ni tanto cuento. Dos idiotas mintiéndose, queriéndose sin que realmente nos importe el mañana, sabiendo que nos daría igual si este corto capítulo llegara a su fin en menos de una semana. Tal vez quise soñar de más, sí. Poder ser Blancanieves al menos una vez, y que un beso de amor del Príncipe Encantador me salvara de morir a manos de la melancolía y la soledad. Pero no, este no es mi cuento. Y si lo es, ya me es claro cuál es mi papel. Esta Blancanieves murió, envenenada por su propio y traicionero corazón, y por una manzana que no le quitó la vida, sino que le quitó el amor. Porque los villanos no vivimos felices para siempre, pero nadie dijo que no podemos divertirnos hasta que el final nos llegue. Así que hoy postrense, inclinense, arrodíllense, y clamen a todo pulmón… ¡Larga vida a la Reina Mala!

8 de diciembre de 2020

Strip-Poker.

Y allí me había quedado yo, con las cartas sobre la mesa y un vaso de whisky on the rocks. Esperando un cambio en el juego, que él pidiera perdón, diciendo que perderme no era una opción. Que barajaran de nuevo las cartas, que él arqueara levemente su ceja izquierda, intentando ocultar la sonrisa ganadora detrás su cara de póker. Pero no, se acabó. Se levantó, y desapareció en las sombras, para no regresar. Y como todo lo bueno, no puede perdurar en el tiempo. Así que en esta mesa sólo he quedado yo, suspirando e intentando ahogar mis penas en el alcohol, y en la adrenalina de las apuestas, el azar, y cualquier otro exceso en el que pueda derivar. Pero entonces recuerdo que eso es lo divertido, porque donde termina uno, empieza otro juego, y a la mesa se sientan nuevos apostadores. Y un par de ojos negros como las noches en las que no parece dormir, aparecen furtivos frente a mí. Su expresión no evidencia su juego, pero sí sus no tan nobles intenciones, dedicando una mirada hambrienta a mi vestido negro y al cigarrillo que me llevo a los labios. El dealer le sonríe, como si lo conociera de hace mucho, aunque esta sea la primera vez que se sienta en esta mesa. No olvidaría esa mirada penetrante ni aunque muriera y naciera de vuelta, no tengo dudas de eso. Las cartas vuelan por la mesa, y las cuento una a una caer sobre la tela verde, mientras él no aparta la vista. Escondo mi frustración tras el vaso de whisky, porque la mano es bastante mala, pero el misterioso extraño es lo que realmente me importa. Solo basta esa sonrisa torcida que esboza, un trago a su cerveza y un mínimo gesto de su parte para que yo comprenda que, después de esta mano, gane o pierda, el juego termina en su cuarto. Y eso, al fin y al cabo, es salir ganando.

Dead Inside - Muse.

Nunca confíes en ella. No si la quebraron, porque ella sabe cómo romper sin posibilidad de que te repares. Jamás la des por sentada, si ella sabe que a ti te gusta divagar. Debes saber que, tras su sonrisa, se esconde la verdad. Si le mientes, lo sabrá, y te dejará creer que puedes salirte con la tuya, solo para ver qué tan lejos eres capaz de llegar. No eres el primero a quien se cruza, y a este paso, tampoco serás el último. Tal vez tú sepas jugar, pero este es su juego, y ella misma ha escrito las reglas. Y a la hora de romperlas y hacer trampa, siempre se guarda más de un as bajo la manga. Nunca confíes en su mirada inocente, menos si sabes que hay algo que estás intentando ocultar. Ella ya lo sabe. Solo está esperando el momento correcto para devolverte de frente el puñal que le clavaste en la espalda. De hacerte pagar el ultraje con sudor y lágrimas de sangre. De los hombres aprendió a mentir sin dejar rastro, y a matar sin titubear. A que su pulso no tiemble a la hora de jalar el gatillo y ponerte una bala en el pecho. Porque, por fuera, tal vez te parezca la mujer perfecta. Pero esa mujer no existe más. Cometiste un grave error, y no hay vuelta atrás. Caíste en sus redes, en su trampa mortal. Te creíste cazador, pero resultaste ser presa. Su piel es suave al tacto y parece viva y surreal. Sus labios son cálidos y dulces al besarlos, pero solo sirven para controlar e hipnotizar. Por fuera, es mejor que todas las demás, pero por dentro, ya no siente nada más.

Canción:

Dead Inside - Muse

18 de septiembre de 2020

The Drug in me is Reimagined - Falling in Reverse (Traducción).


Escuché un golpe en la puerta el otro día.
La abrí y me encontré a La Muerte mirándome de frente
La sensación de la mortal persecución aún resuena
Donde sea que voy, llevo este ataúd solo por si acaso.

Mi cuerpo tiembla enviando escalofríos bajando por mi espalda
La adrenalina entra, haciéndome acelerar.
Tus secretos te mantienen a salvo, tus mentiras te mantienen vivo
Ojos de serpiente cada vez que juegas con dados cargados.

He sentido a la oscuridad intentando tirarme hacia abajo
El tipo de oscuridad que embruja una casa de cien años
Lucho con mis pensamientos, he estrechado la mano de la duda
Huyendo del pasado, rogando "Pies, no me vayan a fallar ahora".

He perdido la maldita cabeza, pasa todo el tiempo
No puedo creer que de verdad se supone que esté aquí
Intentandote consumir, la droga en mí eres tú
Y estoy tan embriagado en miseria, ¿acaso no lo ves?

Tengo estas preguntas siempre dando vueltas en mi cabezas
Tantísimas cosas que quisiera poder entender
Si hemos nacido para morir, y todos morimos para vivir
Entonces, ¿cuál es el sentido de vivir si solo es contradecir?

He sentido a la oscuridad intentando tirarme hacia abajo
El tipo de oscuridad que embruja una casa de cien años
Lucho con mis pensamientos, he estrechado la mano de la duda
Huyendo del pasado, rogando "Pies, no me vayan a fallar ahora".

He perdido la maldita cabeza, pasa todo el tiempo
No puedo creer que de verdad se supone que esté aquí
Intentandote consumir, la droga en mí eres tú
Y estoy tan embriagado en miseria, ¿acaso no lo ves?

Me he perdido a mi mismo,
Intentaste alcanzarme, pero no me puedes ayudar
Hace tanto tiempo, adios
Intentaste salvarme, pero no funcionará esta vez porque ahora

He perdido la p#@a cabeza, y ya no queda más p#@o tiempo
No puedo creer que de verdad se supone que esté aquí
Intentandote consumir, la droga en mí eres tú
Y estoy tan embriagado en miseria, ¿acaso no lo ves?

¿Acaso no lo ves?

31 de julio de 2020

Mentiras literarias.

Aquí todo es ficción. Nada más que un sentimiento, una idea equivocada, un error. Algo que comenzó siendo cierto, pero después se desmintió. Un romance desinteresado que en la realidad no tuvo relevancia, pero que, de puño y letra, nos rompió el corazón. Pero así es todo en este reino. El reino de lo escrito y la fantasía, que de algo tan tosco puede crear algo hermoso. Que con un arsenal de palabras, puede conquistar la mente de los ilusos y los filósofos. De los listos y de los tontos. Que de una gota de miel puede crear el amor, y con un encendedor, desatar la pasión. Y finalmente, con nada más que la espina de la más bella rosa, acabar con todo. Así es la literatura, y así también soy yo. Voy escribiendo y cambiando mi hilo conductor a voluntad, capricho y conveniencia. Trazando la línea delgada que hay entre el odio y el amor, y bailando al borde de los dos como si así de fácil fuese ir de un lado al otro. Como si con redactar esto pudiera convencerme de que he vencido a mis sentimientos, y que aquí no manda él, sino que mando yo. Que en realidad esto no es más que otra mentira literaria, otro crimen del cual soy autor. Otro intento desesperado por embaucar al amor. El bien y el mal son meros conceptos, pero el odio y su opuesto son dos seres a quienes me he jurado vencer, y dar por terminado este triángulo amoroso en el que he quedado varada, atada de manos y piés. Pero no, ya no más. Basta de creer que me puedes dictar. Ahora les declaro la guerra, y no descansaré hasta que sus reinos desaparezcan. Hasta que todos estemos a salvo de su toque, de sus glorias y sus miserias. A partir de hoy quiero que sepan, los combatiré hasta que yo muera. Mi único amor será el odio, y mi único odio, será el amor. Sin embargo, también me pregunto, ¿quién cedería primero ante el otro? ¿Podría el amor detestar al odio, o sería el odio quien se enamorara del amor? Pero tampoco hay tiempo para experimentos. Sentimientos míos, ha terminado su reinado. Hoy por fin, gobernará la razón.

18 de marzo de 2020

Amor en cuarentena.

Sumidos en el caos y la desesperación, envueltos en aquel perfume a muerte que deja un amargo sabor en la boca, hoy ya no parece haber un futuro. Solo el día a día en este tormentoso mar de incertidumbre, donde ya no queda más lugar para el amor. Nada más encerrarse a esperar que las aguas se calmen, a que pase la tempestad. Todo lo que me quedan son recuerdos de todas esas noches que me tomaron por sorpresa, que no planeé. Que a pesar de mi obsesivo comportamiento y estructurada manera de actuar, caí por completo en esta treta del destino y ya no hay vuelta atrás. Solo bastó una mirada para que mandara al diablo mis protocolos, mi orgullo y mis principios, y acabé enredado entre tus piernas y las sábanas de seda sin estar seguro de por qué. Si bien fuiste ideal, nunca dejaste de ser real. Como si, por primera vez en mucho tiempo, pudiera encontrar a una persona sin máscaras, sin falsedades y sin apariencias. Ni un producto de mi imaginación ni una ensoñación, sino alguien de carne y hueso. Alguien con miedos, ambiciones y una clara y original filosofía de vida. Ni siquiera es necesario destacar qué hicimos aquellas noches, si aunque es más que obvio y solo me basta con decir que me rendí ante ella. Que me puse a su capricho y merced cual esclavo de sus deseos. Que perdí por completo la cordura y la razón. Que por fin creí haber sentido algo distinto, un atisbo. El comienzo de una maravillosa historia de amor. Pero así como da, la vida muchas veces quita. Y el destino se mofa del dolor y sufrimiento que desencadenan estos encuentros cósmicos. Porque las historias de amor se hacen demasiado largas, y las mejores son cortas, y terminan antes de comenzar. Así como el fuego de una vela arde más que nunca antes de apagarse, la nuestra se consume rápidamente, sin darnos lugar siquiera a decir adiós. Y sí, lo bueno dura poco, y conocerte fue casi un suspiro, tan bueno que apenas tuvo tiempo para el primer beso. Pero no importa, pues el mundo está en ruinas y al borde del colapso, y si sobrevivo a la tormenta, tal vez también sobreviva esto. A otra historia de amor inconclusa, y a otra amante que se va.