Qué crueldad, más, qué casualidad. Siempre que te busco, no te puedo encontrar. En el fondo, es como si no fueras más que un ideal. Un simple delirio, un producto de mi imaginación. Un amor distante, no correspondido. Aunque estoy seguro que me buscas, así como yo te busco a tí. Entre todas las miradas, en cada curva y en cada suspiro. En ese par de piernas que quedan tambaleando y ese cigarrillo que enciendes después del último gemido. Sin embargo, mientras el cigarrillo se consume, también lo hace mi infantil ensoñación. No es más que otra mujer cualquiera en la cama de siempre, y el mismo idiota que busca tu calor. ¿Por qué me torturas de esta manera? ¿Por qué me haces tanta falta, si ni siquiera te conozco? Jamás te tuve, y es probable que jamás lo haga. No sé cómo se siente tu piel al tacto, ni como sonríes cuando me ves llegar. No conozco la textura de tus labios, ni sé cuándo cumples años. No sé tu nombre, no sé tu edad. No sé siquiera cómo suena tu voz en mi oído, ni que tanto me alegra que me digas lo segura que te sientes en mis brazos. No lo sé, tal vez nunca lo sepa. Que se siente amarte, que se siente que me ames. Escucharte cantar en la ducha cuando crees que nadie te escucha. Me mata la duda, me carcome y me tortura. Saber si también me piensas, o si te has limitado a conformarte con un amorío cualquiera, cansada de buscarme. O peor aún, si te he pasado de largo sin percatarme. Si te he perdido por un mínimo detalle. Tal vez porque no te gustaban los mismos libros, o escuchar un viejo Rock’n Roll. Porque no eras perfecta, ni eras suficiente. Porque me dabas todo, pero no me alcanzaba. Ahora miro hacia atrás con nostalgia, sin saber bien qué es lo que me depara la vida. Sin embargo, tengo una nueva perspectiva. Tal vez siga buscando, tal vez no. Solo sé que mi único mal es estar enamorado. ¿En donde encontrará consuelo el amor, si ninguna otra emoción lo puede amar como él es capaz? Así es, estoy enamorado de la idea del amor.

No hay comentarios:
Publicar un comentario