26 de diciembre de 2019

Enamorado de la idea del amor.

Qué crueldad, más, qué casualidad. Siempre que te busco, no te puedo encontrar. En el fondo, es como si no fueras más que un ideal. Un simple delirio, un producto de mi imaginación. Un amor distante, no correspondido. Aunque estoy seguro que me buscas, así como yo te busco a tí. Entre todas las miradas, en cada curva y en cada suspiro. En ese par de piernas que quedan tambaleando y ese cigarrillo que enciendes después del último gemido. Sin embargo, mientras el cigarrillo se consume, también lo hace mi infantil ensoñación. No es más que otra mujer cualquiera en la cama de siempre, y el mismo idiota que busca tu calor. ¿Por qué me torturas de esta manera? ¿Por qué me haces tanta falta, si ni siquiera te conozco? Jamás te tuve, y es probable que jamás lo haga. No sé cómo se siente tu piel al tacto, ni como sonríes cuando me ves llegar. No conozco la textura de tus labios, ni sé cuándo cumples años. No sé tu nombre, no sé tu edad. No sé siquiera cómo suena tu voz en mi oído, ni que tanto me alegra que me digas lo segura que te sientes en mis brazos. No lo sé, tal vez nunca lo sepa. Que se siente amarte, que se siente que me ames. Escucharte cantar en la ducha cuando crees que nadie te escucha. Me mata la duda, me carcome y me tortura. Saber si también me piensas, o si te has limitado a conformarte con un amorío cualquiera, cansada de buscarme. O peor aún, si te he pasado de largo sin percatarme. Si te he perdido por un mínimo detalle. Tal vez porque no te gustaban los mismos libros, o escuchar un viejo Rock’n Roll. Porque no eras perfecta, ni eras suficiente. Porque me dabas todo, pero no me alcanzaba. Ahora miro hacia atrás con nostalgia, sin saber bien qué es lo que me depara la vida. Sin embargo, tengo una nueva perspectiva. Tal vez siga buscando, tal vez no. Solo sé que mi único mal es estar enamorado. ¿En donde encontrará consuelo el amor, si ninguna otra emoción lo puede amar como él es capaz? Así es, estoy enamorado de la idea del amor.

13 de diciembre de 2019

La presa y el cazador. El detective y el ladrón.




A mi merced, resignado y dispuesto a morir, cual gacela en las fauces del león. Con los dientes de la bestia en la garganta, sin nada más que hacer, sin más energías para pelear. Así es la naturaleza, cruel pero al mismo tiempo certera. Para que uno viva, debe dejar que el otro muera. El cazador devora a su presa, y al morir el primero vuelve a la tierra, solo para dar sustento a las plantas que serán alimento de otra gacela, continuando el ciclo eternamente. Pero esto no es tan sencillo. Este capricho, este romance sin sentido. Este amorío sin contrato ni plazos fijos es más complejo que aquel ciclo. Aunque un círculo vicioso no sea algo tan distinto. Porque como depredador que soy quiero probar tu carne. Saber a qué sabe tu boca y escucharte gemir suplicante, y guardar un poco para más adelante. Pero aún no quiero matarte, ni destruirte ni fragmentarte. Solo deseo que me des una parte. Que me dejes calmar mi hambre en un par de encuentros casuales. Quiero tu amor, pero no quiero hacerme responsable. No quiero herirte, pero ya es tarde para no tomarte. El deseo me ciega y me carcome. Pronto no podré frenarme, ni podré soltarte. Aunque me digas que no, se que vas a ilusionarte, aunque sean solo un par de noches aparte. Un par de capítulos en una novela interminable. Poco más que un recuerdo de algo que debería olvidarse. Yo quisiera, si. Que traspases los muros helados de indiferencia, escepticismo y razón. Que flanquees las defensas y el orgullo hasta llegar al corazón. Que, cual hábil y sagaz detective descubras dónde quedó mi amor, pues hace tiempo dejé de creer que sea posible que se presente la ocasión. Que alguien devele el misterio, y encuentre el tesoro de desconocida ubicación. No culparé de mí situación a los amores anteriores, vistiéndolos de villanos y malhechores, si la mente criminal maestra de todos los males es nada menos que su servidor, quien confiesa ser el culpable. El que huye de la escena sin dejar evidencia. El que cubre sus huellas y solo sabe dejar muerte y desamor en el camino, sin culpa y sin compasión. Y sí, tal vez esta vez haga una excepción. Juguemos al gato y al ratón. Intenta atraparme si no tienes miedo de ser solo una distracción. Tu puedes ser el policía, yo seré el ladrón.